domingo, 15 de marzo de 2009

La crisis pone en peligro los contratos de los discapacitados mentales.
Dani Cordero Barcelona

Salva explica que el fin de semana lo pasará esquiando mientras coloca un supuesto estómago de plástico en una bandeja. Es uno de los primeros trabajadores que integran una cadena formada por más de una docena de personas que se encargan de completar un fascículo sobre el cuerpo humano destinado a Italia. Unas pocas máquinas resolverían todo el proceso -colocar la bandeja, poner el inyectado de plástico y el folleto correspondiente, una protección de plástico, sellado y etiquetado- en un santiamén, pero en el Taller Escola Barcelona (TEB) prima el mantenimiento del empleo de personas con disminución mental e intelectual. De ahí que de máquinas, el mínimo.
Ese precepto se mantendrá si la crisis y las ayudas de la Administración lo permiten. De momento, el miércoles sus responsables están citados ante la Inspección del Trabajo para hablar de un expediente de regulación de empleo (ERE) temporal sobre 200 personas que se prolongará durante un año, aunque con una afectación real de sólo seis meses. La regulación afectará a Salva, que procede de una familia sin problemas económicos, pero también a otros trabajadores de familias con menos recursos y que en algunas ocasiones dependen del salario mínimo interprofesional de estos trabajadores para poder pasar el mes. Hay de todo en la viña del Señor.
El problema es social, pero también por quiénes son los potenciales afectados. "El trabajo es la forma de integrarlos y ellos no podrían estar en una empresa ordinaria", subraya Loli Savalls, gerente de la Coordinadora de Tallers de Discapacitats Psíquics de Catalunya. "Trabajar quiere decir contribuir al PIB y a la propia autoestima. Defendemos que esta gente pueda tener un lugar de trabajo remunerado", señala también Josep Maria Solé, responsable de la Associació Prominusvàlids de les Garrigues.
Ambas explicaciones no esconden estar a la defensiva. Consideran que el "último eslabón de la cadena productiva, el más débil" -como lo define Savalls- está al borde del precipicio. Un informe elaborado por las principales asociaciones que representan a los centros especiales de trabajo (CET; que dan empleo al 53% de los discapacitados) de iniciativa social, básicamente destinadas a emplear a discapacitados mentales e intelectuales, considera que o se ponen los mimbres para que la situación dé un vuelco de forma urgente o se quedarán sin empleo 2.000 personas, una quinta parte de los trabajadores que albergan los CET catalanes.De una tacada, se acabaría con el doble de los empleos que se han podido generar entre el colectivo en tres años, entre 2006 y 2008.
Una de las cuestiones es la dificultad de volver a encontrar después un empleo para ellos. Y en este caso, el tiempo es oro. "Para ellos, el salto de un año entre estar y no estar trabajando es brutal", señala Francesc Martínez de Foix, gerente del TEB Barcelona, quien recuerda que en muchos casos, a partir de los 45 años, se empiezan a dar casos de Alzheimer. La longevidad de la carrera laboral está condicionada por la salud.
La Ley de Integración Social de los Minusválidos (Lismi), que obliga a las empresas de más de 50 trabajadores a reservar el 2% de su plantilla a disminuidos o adquirir productos a empresas de este tipo, no se cumple. Y pese a eso, las empresas que dan empleo a este tipo de colectivo deben mantener en números negros (beneficios) sus cuentas de resultados. Ese equilibrio era complicado de conseguir en los últimos años, pero la crisis significa bajada...y las ventas caen un 30%, los beneficios también y el empleo se resiente.
Incluso la morosidad no sabe de consciencia social. Las listas de espera, tampoco, señala Martínez de Foix. Asegura tener 200 casos con la expectativa en un puesto de empleo que para los que esperan no llega en un plazo de 5 ó 6 años. Y eso que el centro da empleo a 700 personas. Además, la deslocalización de los últimos años también les afecta, al responder al perfil de empresa extensiva en el uso de mano de obra poco cualificada. ¿Cómo competir en precio en esa situación? "La situación es insostenible y necesitamos una reconversión, pero las reconversiones cuestan dinero y las administraciones bien que lo ponen para sectores como el de la automoción", señala Savalls.